martes, 14 de junio de 2011 | By: BORDADOS RV

Mi Niñez



Soy la cuarta de cinco hermanos, 4 mujeres y un hombre, crecí en la casa de mis padres que en ese tiempo era un gran sitio con arboles y una casa de madera, teníamos una perrita llamada Pinocha( llego como Pinocho y resultó ser perrita) de raza policial que era muy brava, comía azúcar en panes y se reía. La Pinocha tuvo varios hijos( la Chica, el Foro, el Nerón) y más viejita tuvo al Bobby que resultó ser un callejero.
Con mi hermano y mi hermana más chica jugábamos en el gran patio, ya que nos prohibian salir a la calle. Ahí pasábamos los días inventando juegos, como fue una vez en que hicimos un laboratorio de química en el fondo del patio en un gallinero y casi quemamos todo, jugando a los tanques con los neumáticos que se apilaban en la casa o haciendo canchas de barro donde patinabamos a pies pelados. Como mi mamá trabajaba y mi abuelita paterna que vivía con nosotros,  se iba por largas temporadas al campo, quedabamos los más chicos solos y teníamos que cocinar  para poder almorzar (ahí aprendimos a hacer los porotos con riendas, las carbonadas entre otras comidas) y la vecina de al lado, la señora María nos escuchaba cuando cocinábamos y se largaba a reír, a esa misma vecina le sacábamos los membrillos que estaban en su casa, sacando medio cuerpo por la pandereta hasta que nos pilló, pero como ella no tenía hijos le causo mucha gracia y nos regaló un árbol  para que lo plantáramos y tuvieramos nuestros propios membrillos.
Teníamos una amiga al otro lado de la casa y nos invitaba a jugar, nos pasábamos por un montón de arena hacia el lado y la amiga nos ponía una escalera para bajarnos, cuando iban a ser las 18:00 hrs sentíamos el ruido del motor de la cacharra que tenía mi papá y nos devolvíamos a la casa y así nunca nos pillo que no estábamos en la casa. Con mi hermano vendíamos volantines que hacíamos nosotros mismos, mi papá y mi hermano iban a Melipilla y traían las cañas para hacer los volantines, teníamos que pelar las cañas, cortar y hacer los palillos para afirmar el volantín, el papel lo comprabamos en la librería Condorito que estaba en el 18 de Gran Avenida. Una vez hecho los volantines los vendíamos en la casa y también en la feria.
Recuerdo que también jugábamos al doctor donde mi hermana chica era el paciente y le colocábamos inyecciones con unos especies de alfileres que sacábamos del pasto( no se los clavabamos), cabalgabamos sobre nuestros perros, tirábamos pelotas de barro hacia la pared de la señora María y veíamos quien llegaba más alto.


Teníamos un árbol de damascos donde mi hermano instaló una radio galena que el mismo fabricó y nos pasábamos largas horas sobre él escuchando las noticias del mundo, otra vez se nos ocurrió hacer un subterráneo debajo del árbol y empezamos a cavar, hasta que mi hermana mayor nos pilló y tuvimos que tapar el hoyo que estaba bien profundo.
Recuerdo con mucha emoción los viajes al campo donde nuestro tío Jorge, era bodeguero en un fundo en la Isla De Maipo y tenía en su casa un campo con animales que criaba la tía Alicia( conejos, chanchos, patos, gallinas), además de árboles frutales, como nogales, manzanos, granadas, uvas etc, eramos felices comiéndonos todas las nueces que podíamos ya que la tía no nos daba nueces porque ella las vendía, ella era muy buena con nosotros y siempre progresábamos a la casa cargados con papas, cebollas y otras cosas de su chacra.
Cuando yo tenia como 5 años viajamos a Orilla de Maule en la cacharra, era un Chevrolet del años 29 y que había sido modificado con una carrocería para llevar carga en la parte de atrás. Mis hermanas mayores y mi hermano se fueron acostados en la parte de atrás y yo con mi hermana chica junto a mi mamá en la cabina, como eramos pequeñas cabíamos los 4 adelante, para nosotros el viaje fue estupendo, no así para mi mamá ya que debía estar atenta y no dejar que mi papá se durmiera al volante, después de varias horas llegamos primero a Talca donde pasamos una noche y después nos fuimos a Orilla de Maule. Llegamos a una casa vieja de adobe, pintada de blanco, con muchas habitaciones, los dormitorios tenían catres de fierro, no había luz ni agua potable y el baño quedaba afuera. Ahí lo pasamos muy bien, comimos harta fruta y fuimos al río, una vez que fuimos al río dejamos la casa sola y cuando volvimos una chancha enorme que era de los cuidadores nos echo abajo la puerta de la cocina y nos dejo sin comida. !qué días tan bellos!, me gustaría viajar en el tiempo y volver a esa casa a veranear.


Yo a veces iba con mi mamá a donde la tía Raquel a Quilpúe, ella vivía en la calle donde estaba la Carrozzi, era una calle que iba en bajada hacia el centro, para ir al centro teníamos que arreglarnos, las señoras no podían ir con delantal y salían con cartera, a pesar que el centro quedaba a una cuadra, mi tía hacia helados y los vendía, también vendía dulces, bebidas y a cada rato golpeaban la puerta y ella salía a vender, también hacia dulces chilenitos y alfajores. Otras cosas que vendía eran gorros de cumpleaños con diseños propios. Mi tía era muy inteligente, trabajadora y nos quería harto, a mi me tejió una vez un chaleco blanco que me gustaba mucho, ella venía poco a Santiago y cuando nos visitaba siempre traía regalos para nosotros.


Como  he dicho antes, mi abuelita materna que vivía en Peñaflor nos visitaba y nos traía tortillas de rescoldo y nos contaba cuentos del diablo alrededor del brazero que encendíamos para ella.


 El Bobby era de mi hermano y lo quería mucho, salía persiguiéndonos para todos lados y en especial seguía a nuestra abuelita a la feria e incluso la acompañaba a la Iglesia. También una vez se fue a la escuela con mi hermana menor y la espero hasta que salió de clases. Tenemos grandes recuerdos del Bobby, era grande, colorín y muy lindo, lamentablemente los malos vecinos lo envenenaron y murió en la casa, mi hermano lloró mucho y lo enterramos en el fondo del patio con una placa metálica en su pata para que cuando alguien remueva el lugar sepa de quién son esos restos.


Con emoción recuerdo el día de mi primera comunión, me bañaron en la arteza, me pusieron un vestido blanco hermoso con velo y zapatos blancos que me compraron para la ocasión, ese día me levante muy temprano y me fuí en ayunas para recibir a mi señor por primera vez, fué algo muy bello, me sentía importante, luego en la Iglesia nos dieron chocolate y nos fuímos más tarde  todos  a la casa a almorzar.

En fin tengo tan bellos recuerdos que podría estar harto tiempo detallandolos pero prefiero dejarlos para más adelante.




Rosa
jueves, 2 de junio de 2011 | By: BORDADOS RV

La Vieja de los naipes



Esta es una historia que ocurrió en Peñaflor.

Había una vez una mujer que tenia varios hijos y junto a su marido trabajaban vendiendo naipes.
Tenían períodos de mucha necesidad y períodos donde las ventas iban bien.
La mujer era la que administraba las finanzas y el hombre se dedicaba a la venta, cada vez que le iba bien la mujer se volvía loca comprando ropa y otras cosas tan absurdas como un sombrero con pluma para todos sus hijos. Después cuando el dinero se acababa tenían que andar mendigando para poder comer.

La enseñanza es que el dinero debía haberlo distribuido de mejor forma y no despilfarrar con cosas suntuosas.

FIN